La vicepresidenta ejecutiva de Fedetur, Helen Kouyoumdjian, dice que si bien en los últimos años Chile se ha posicionado en el mundo como uno de los principales destinos turísticos asociados a la naturaleza, aún falta trabajo para que esto se consolide. ¿Los principales problemas hoy? La falta de recursos para el desarrollo de las áreas protegidas y una institucionalidad de parques “absolutamente desfasada en el tiempo”, afirma.
En un año marcado por una fuerte baja en el arribo de visitantes extranjeros, a lo que se han sumado eventos climáticos extremos que han afectado a zonas tan estratégicas como San Pedro de Atacama, el sector turismo enfrenta fuertes desafíos. Aunque se trata del cuarto sector productivo del país, y con logros tan importantes como el que Chile ha sido considerado por tres veces consecutivas como el mejor destino de turismo aventura del mundo, da la impresión de que aún el sector no adquiere la fuerza que muestra su potencial.
¿Qué rol puede tener el turismo sustentable y basado en la conservación de la naturaleza, en este despegue? Las condiciones para su desarrollo existen. De hecho, desde 2016 que nuestro país es promocionado en el extranjero bajo el slogan “Chile, naturaleza abierta”, y a su patrimonio natural histórico se suma la nueva Red de Parques de la Patagonia, destino que ha dado la vuelta al mundo y que ha sido calificado por el New York Times como uno de los imprescindibles de visitar.
Para Helen Kouyoumdjian, vicepresidenta ejecutiva de la Federación de Empresas de Turismo de Chile (Fedetur), si bien a 2018 había solo 165 empresas de turismo con el sello “S”, que entrega certificaciones de sustentabilidad a la industria, se trata de un aspecto que “está muy incorporado, y la mayoría de los planes que uno ve, los planes estratégicos, los planes nacionales de turismo en general, incluso hasta planes vinculados al sector privado, tienen el apellido sustentable. Hay una declaración importante asociada a la sustentabilidad, pero efectivamente eso no tiene una relación directa con un indicador que podría ser el número de sellos “S”, que es esta distinción de sustentabilidad que partió desde 2012”.
¿Por qué no existe esa relación directa entre lo declarativo y la certificación?
Es un sello que ha ido creciendo, tiene la flexibilidad de una certificación que está alojada en Sernatur y que ha ido mejorando con el tiempo, y tiene distintos niveles. Pero efectivamente el grado de adhesión de eso es bastante complejo porque tiene que ver con costos que tiene que incorporar la empresa, que en muchas oportunidades no está dispuesta a hacerlo. Mi visión es que, si bien es sumamente importante que la distinción “S” sea algo que más empresas tomaran, hoy uno debiera tratar de buscar una línea basal de mejores prácticas asociadas a la sustentabilidad, más que sellos.
(Tenemos que) apostar a menos turistas pero de mayor calidad, entendiendo ese concepto como el de un turista que es más respetuoso del medio ambiente, que en su propia vida -en su país de origen- tiene principios de sustentabilidad en su forma de vivir
¿Cómo se trabaja esto en el mundo?
En general, lo que uno está viendo en el mundo es no tanto procedimientos complejos sino tomar aspectos más basales por parte de las empresas para adherir a la sustentabilidad. Y ahí son más válidos los acuerdos de producción limpia, que también podían derivar en un sello “S” como resultado. A mí lo que me parece muy interesante es que en ese programa, que puede durar varios años, cuando una empresa ingresa adopta medidas orientadas a la sustentabilidad que lo hacen mucho más ampliable. En general, a nivel global se están viendo más buenas prácticas y menos sellos. Menos rigideces, en el fondo. Adoptándolo como una cultura.
Desde hace varios años Chile está posicionándose con fuerza en el exterior como un destino de naturaleza, pero esto no pareciera tener un correlato a nivel interno
Efectivamente, hay que juntar esta forma de posicionarnos afuera, o esta visión que se está teniendo de Chile afuera, con un mayor nivel de consecuencia con lo que estamos haciendo. Y probablemente tiene que ver con que hoy día no es un problema grave, pero sin embargo lo va a ser de aquí a poco tiempo, y ahí lo que va a terminar ocurriendo es que ese producto que nosotros estamos posicionando afuera se nos va a empezar a deteriorar, y por tanto el producto ya no va a existir, y puede ser bastante negativo el futuro.
¿Cómo se corrige esto?
La fuerza que uno puede tener en las políticas públicas, y en el sector privado que trabaja en torno a eso, es apostar a menos turistas pero de mayor calidad, entendiendo ese concepto como el de un turista que es más respetuoso del medio ambiente, que en su propia vida -en su país de origen- tiene principios de sustentabilidad en su forma de vivir. Eso tiene que ver con la naturaleza, pero también con cómo las comunidades locales están integradas al producto turístico que uno ofrece: cómo soy respecto de mis proveedores, si son locales, si la calidad de mis productos es orgánica, la reputación corporativa de la empresa donde me estoy alojando, todo un conjunto de aspectos donde se agarran todos los otros elementos de la sustentabilidad, que no solo tienen que ver con el aspecto natural.
Y ese es nuestro mayor potencial….
Ese es nuestro mayor potencial. Y además, lo que va a ocurrir con eso es que eventualmente ojalá lleguemos a un modelo más del tipo de Nueva Zelandia, donde tenemos menos turistas y un ingreso de divisas mucho mayor. Hoy un turista gasta en promedio durante su estadía US$ 1.050 y tenemos números en torno a las seis millones de personas que están viniendo. Nueva Zelandia tiene un gasto total individual por turistas sobre los US$ 3.000, y tiene muchos menos visitantes.

Con un menor impacto en los destinos
Con una carga menor. Protege su producto, cuida el medio ambiente, pero sigue generando divisas -que es lo que el país necesita- mayores a nosotros.
Si no están los presupuestos, por más que tengamos las mejores voluntades desde el turismo y desde la conservación, no hay ni una posibilidad de que hagamos un buen trabajo con los parques
Ya está avanzado el posicionamiento como destino de naturaleza a nivel internacional, ¿qué se tiene que hacer ahora?
Si, pero hay que apuntar más fuertemente… ese turista hoy día, este turista sustentable, respetuoso del medio ambiente, con todos estos factores de la sustentabilidad, está muy localizado en lo que llamamos los mercados estratégicos: en Europa, Estados Unidos, Asia y algunos segmentos de Brasil y Argentina. Tenemos que seguir posicionándonos con esos segmentos de mercado. La llegada de ese tipo turistas está aumentando en un patrón de 10%, lo estamos haciendo muy bien, pero se requiere más para que eso nos permita que la baja del turismo más masivo y con un gasto total más bajo sea compensada con este otro tipo de turismo. Pero esto no va a ocurrir de la noche a la mañana, hoy tenemos mucho que no va en línea con este producto más prístino que queremos vender, que tenemos que cuidar, y por tanto la capacidad de carga que tenemos en estos territorios tiene que estar súper acotada. Ahí tienes el ejemplo de Torres del Paine, hoy en temporada con una sobrecarga importante. Pero también, para no ser autoflagelante con esto, existe ya en la mayoría de los parques -que es donde se desarrolla el turismo de naturaleza- planes de manejo y estudios de capacidad de carga. Ya por lo menos hoy sabemos cuáles con nuestras limitaciones y cómo protegerlos, el tema es que se implemente.
Hoy existe un gran potencial en la Patagonia, con la Ruta de los Parques que abarca las tres regiones más australes ¿Cómo aprovechar esta oportunidad que se abre para el turismo a partir de la conservación?
Primero daría una pequeño paso para atrás, en decir que la mayor parte del turismo de naturaleza se produce en parques nacionales, y los parques nacionales tienen un serio problema, que tiene que ver principalmente con falta de recursos para hacer un buen manejo del turismo. Creo que hoy la discusión turismo versus conservación está totalmente despejada, y hoy todos estamos claros en que una manera de hacer conservación es a través del turismo, porque nos permite educar, difundir, etc. Eso yo creo que es una discusión que, si bien hasta hace algunos años aún era tema, hoy está despejada. El problema es que volvemos a un tema de consecuencia: tenemos parques nacionales con presupuestos míseros, muy bajos, con guardaparques que hacen múltiples trabajos que van desde la conservación hasta cortar boletos.
¿Cómo afecta esto?
Hay un problema enorme en el sentido de que queremos parques que se desarrollen de manera sustentable, y sin embargo tenemos una institucionalidad de parques absolutamente desfasada en el tiempo. El trabajo de los guardaparques es para sacarse el sombrero, porque hacen un tremendo trabajo con los pocos recursos que tienen, pero todos los análisis a nivel mundial demuestran la falta de recursos que hay para la Conaf. Hoy estamos hablando de una nueva institucionalidad en el marco del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), que probablemente va a salir y va a permitir mejorar de alguna manera la forma de operar de la futura agencia de parques, pero si no están los presupuestos, por más que tengamos las mejores voluntades desde el turismo y desde la conservación, no hay ni una posibilidad de que hagamos un buen trabajo con los parques. En Torres del Paine, con planes de manejo, con estudios de capacidad de carga, etc., lo que nos llega de vuelta por parte de los turistas es que la experiencia es muy compleja: hay poca información, senderos mal tenidos, escasez de guardaparques. O sea, los mismos problemas que hemos estado diciendo en el tiempo.
No veo como nosotros podemos asumir esta tremenda Ruta de los Parques, que puede ser el gran producto turístico de las próximas generaciones de Chile, con la institucionalidad, los presupuestos, los recursos humanos que tenemos
Se necesitan más recursos para su protección
Siento que aquí hay un tema de apuesta, hay que colocar mayores recursos en el manejo de los parques para que ese turismo se desarrolle de la manera que queremos. Si no, también existe la tentación de decir mejor cierro el parque, porque como no puedo dar un buen servicio, no puedo mantenerlo, no tengo los recursos, mejor limito el ingreso. Y no es la idea. Obviamente también hay que protegerlo, del tema de los incendios, por ejemplo. ¿Por qué todo este preámbulo? Porque después nosotros recibimos como país esta tremenda donación que son los parques de la Patagonia…
Para entregárselo a la misma institución que no tiene capacidad con lo que ya hay…
Exactamente, y que no tiene más presupuesto. Sí sabemos que no todos estos parques van a quedar abiertos al turismo inmediatamente, por temas de acceso y otras situaciones que tienen que ocurrir primero, pero es una “papa caliente” que hemos recibido -como país responsable que somos-, pero me preocupa mucho lo que va a terminar ocurriendo con eso. La Ruta de los Parques, por si sola, ha ido alcanzando un nivel de notoriedad mundial. Todavía no habían salido todos los decretos y el New York Times la ponía entre los 10 lugares imperdibles del mundo. Entonces, es de un riesgo enorme. Yo siento que si nosotros hemos prometido como país que este legado que deja la Fundación Tompkins se va a mantener con un cierto estándar -y la fundación también va a estar apoyando-, no veo como nosotros podemos asumir esta tremenda Ruta de los Parques, que puede ser el gran producto turístico de las próximas generaciones de Chile, con la institucionalidad, los presupuestos, los recursos humanos que tenemos.
¿Están trabajando con el gobierno respecto de algunas formas de financiamiento para la Ruta de los Parques de la Patagonia?¿Hay conversaciones desde el sector privado para activar proyectos?
La Fundación Tompkins está trabajando con el gobierno en una figura de financiamiento para que esto tenga sustentabilidad a futuro. En general, como Fedetur siempre hemos planteado al Estado la necesidad de trabajar modelos de financiamiento público-privado para el trabajo en parques nacionales o en toda la red de áreas silvestres protegidas. Se trabajó el gobierno anterior en mesas de áreas protegidas, hubo un trabajo que fue liderado desde el PNUD con financiamiento público para desarrollar una política de concesiones. Si, siempre ha sido el llamado desde acá al Estado para aumentar el presupuesto, para que mejoremos los modelos, vinculemos a las comunidades locales con el territorio donde están estas áreas de protección.

¿Y que respuesta han encontrado?
En general, yo diría que hay una conciencia de lado y lado de que tenemos que trabajar en conjunto y tenemos que mejorar las condiciones, pero volvemos siempre a la pelea presupuestaria. Si al final, es un tema de recursos asociados, y volvemos a la conciencia del tema turístico. Eso, y también que muchas veces en estos modelos de concesiones y de ideas que se han ido trabajando desde lo público-privado, el sector tiene que incorporar la mirada del actor que hoy es responsable de esto, que es la Conaf. Y la Conaf, que está preocupada de cortar el boleto y apagar un incendio, no tiene ninguna posibilidad de sentarse a hablar de futuro, porque sus problemas son mucho más domésticos. Esa es la realidad.
¿Cuál es el aporte del sector privado en esta materia, que puede hacer?
Tenemos operadores turísticos, productos que están disponibles para promover, vender, llevar turismo, pero obviamente que eso lo vamos a hacer en la medida que haya un mínimo de infraestructura, de seguridad en que lo que vas a ofrecer después pueda tener un buen delivery. Y hay modelos, y en eso uno puede ser bien creativo. Yo conocí muy de cerca un caso en Perú, una comunidad en un territorio muy prístino desde el punto de vista de la naturaleza pero con una pobreza importante, una empresa de turismo norteamericana, con sus principios de sustentabilidad bien claros, apadrinó este territorio desde la educación de los chicos, la comercialización del producto, la infraestructura.. Han pasado años de eso, y este es un producto turístico que es un caso de éxito mundial por cómo reciben a los turistas, los planes de manejo. Por qué no hacemos algo así, operadores internacionales responsables hay muchos y muy disponibles para hacer este tipo de trabajo. Además, lo puedes juntar con otro tema: hoy ese turista socialmente responsable está incluso disponible para ir, dentro de sus vacaciones, a ayudar, y es lo que se está viendo en casos de África, de Perú, de la Amazonía. Tenemos que ponernos creativos y sentarnos a la mesa todos, públicos y privados, y ver cómo nos hacemos responsables de este maravilloso legado que nos están dejando.
Aunque el turismo es el cuarto sector productivo del país, el lema del Summit de la industria el año pasado fue “tomemos concienciade que somos un país turístico”. ¿Por qué cuesta tanto asumirlo, para así potenciarlo como una herramienta para generar ingresos y -principalmente- desarrollo local?
Yo te diría que es difícil porque este país -y muchos otros- tiene asociado su desarrollo a políticas más bien extractivas y súper concretas. Y digo concretas porque el turismo es un servicio, y dentro de la lógica económica del país, industrial y de producción, no está colocado como una actividad económica tan relevante como estas. Lo primero, entonces, es posicionar al turismo dentro de nuestros stakeholders en Chile, con las autoridades, sectores empresariales, y decir este es un sector económico que produce 4.200 millones en divisas, etc… Que es importante, que se le reconozca como tal, asumiendo que puede ser un área no productora de bienes la que te puede llevar a una etapa de desarrollo distinta como país.
Para que Chile sea un país turístico tiene que existir conciencia turística en la población, y eso es algo que todavía no existe
¿No se impulsa porque falta una decisión de Estado?
Hay que entender un tema cultural asociado con eso, y es algo que también involucra a las autoridades, al Estado, porque no tiene que ver con la coalición gobernante: no ha existido hasta ahora una apuesta como país de decir Chile va a ser un sector turístico. No estamos logrado permear en el resto del Estado y de los sectores empresariales para generar esa fuerza. Los países que son turísticos de verdad, como México o Tailandia, es porque hubo una apuesta de Estado en decir en 30 años este país se va a convertir en turístico, y todo lo que se haga en el país va a tener un componente turístico.
¿Y eso no se hace por un tema de recursos?
Yo creo que obedece a que los gobiernos -en general- han estado en prioridades mucho más urgentes como la educación o la salud, que le impiden apostar de la manera que tiene que apostarse para el turismo. Sí hay que decir es que no es un problema solamente de recursos, que sí lo es, como en el caso de los parques. Es un tema de una mirada integral para el desarrollo turístico. Hoy contabilizamos 29 servicios públicos que tienen una acción directa sobre la actividad turística. Se necesita una mirada de Estado, y en un país que es bastante presidencialista, tiene que haber una apuesta del Presidente de la República respecto de una mirada transversal a futuro, de manera de decir “todos estos servicios públicos, y los privados, tienen que actuar de esta manera”. Estamos avanzando mucho en eso a través de programas de Corfo, de la Estrategia Nacional de Turismo que viene de 2012, pero falta mucho más.
¿Cuánto puede aportar en esto el incremento de la conservación en Chile, que el país se haya posicionado a nivel internacional como destino de naturaleza?¿Puede ser un catalizador para que el turismo adquiera una mayor relevancia?
Si, yo diría que si. Pero hoy -mirando como ocurren las cosas en Chile también, muchas veces pasan porque las fuerzas externas nos obligan- yo creo que en el caso de la conservación este turista socialmente responsable, respetuoso del medio ambiente, nos está obligando también a ponernos a la altura, y lamentablemente en Chile las cosas muchas veces ocurren por esas fuerzas, y no porque nosotros intrínsecamente creamos, por una convicción propia. Es triste decirlo, pero siento que está ocurriendo a un ritmo más lento de lo que el turismo quisiera que ocurriera. Pero sí está pasando, vamos hacia allá.
Pero se necesita agilizarlo…
Tenemos que acelerar mucho más el paso, porque llevamos un retroceso respecto de otros países que van mucho más avanzados y tenemos que ir más rápido. No solo acortar esa brecha, y eso tiene que ver también con un problema de educación. Para que Chile sea un país turístico tiene que existir conciencia turística en la población, y eso es algo que todavía no existe. Debiéramos aspirar a que en los colegios se estudie turismo, que los territorios vean el valor de recibir este turismo, el tema intercultural, de posibilidades laborales para migrantes. Tenemos que tomar conciencia de ello, tenemos que hablar de eso.
Entrevista hecha a nuestra Vicepresidenta Ejecutiva, Helen Kouyoumdjian, por País Circular, si quieres leer la nota original, haz clic aquí