Llama la atención que el debate en torno al aeropuerto de Santiago se haya centrado en la pertinencia de cambiar su nombre. Si bien es una discusión legítima, la prioridad debe estar en resolver un problema grave que se arrastra hace mucho tiempo, y que es delicado por el impacto que tiene para la imagen del país.
De forma reiterada, turistas extranjeros denuncian que son víctimas de los denominados taxis “piratas”, que operan con total impunidad, realizando cobros abusivos o derechamente asaltando. Algunos de estos casos han sido publicados por la prensa internacional, amplificando su impacto y alcance.
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